3 de abril de 2020

Reflexión Viernes 3 de abril. Viernes de Dolores #Cuaresma #YoRezoEnCasa





Hoy no es un vienes normal. Hoy es el último viernes de la Cuaresma, el Viernes de Dolores, un día en el que tradicionalmente miramos a María al pie de la Cruz.

Hoy es Ella, modelo para cada momento de la vida, el espejo en el que nos miramos en estos días de dolor, hoy es la Virgen de los Dolores la que ha de ser, por fuerza, la protagonista de nuestra reflexión.

María, Madre de Dios y de la Iglesia, es hoy la que nos guía y sostiene en medio de los dolores. Es a María a la que, a diario, hemos encomendado nuestras vidas, Ella es la mano tendida que nos ofrece el pañuelo que nos trae consuelo Ella la que nos enseña que el Rosario, la meditación de los misterios de Cristo, es el medio para saber darle sentido al dolor ; Ella es la que hace suyos nuestros dolores y la que nos pide, como discípulos que nos sentimos amados por Dios, que la acojamos en nuestra casa, esa en la que no somos dignos de que entre el Señor, y, junto a Ella nos situemos al pie de la Cruz. Ella nos enseñará que el dolor del cristiano, desde la cruz, no es un dolor estéril, sino que, de alguna forma que no somos capaces de abarcar, se une a la Pasión de Cristo, a su Sacrificio redentor. Nos enseñará a mirar con ojos de discípulo al Hijo encarnado entregando su vida por nosotros, al Cordero de Dios que se inmola por nosotros. Hoy, como María, queremos hacer nuestro el dolor de nuestro prójimo y, junto al nuestro, clavarlos al leño.

Ella es la que hace suyos nuestros dolores y la que nos pide, como discípulos que nos sentimos amados por Dios

Perdiéndonos en su mirada lloraremos con María el dolor de los inocentes.

Imitando su mirada descubriremos que sus lágrimas son expresión del dolor cuando el mundo le da la espalda a Dios.

Siguiendo su mirada descubriremos que a la Cruz solo se llega con las manos vacías sin más tesoro que Dios, que las lágrimas más amargas brotan en nuestro pecho.

Doliéndonos en su mirada ofreceremos a Dios el dolor de nuestro presente; porque hoy nuestra sociedad también tiene su pecho atravesado por una espada de dolor.

Y en su mirada podremos vislumbrar ese halo de esperanza que nos dice que permanezcamos junto a Ella, que Ella traerá esperanza cuando todo es desconsuelo, alegría cuando todo es dolor, luz, cuando todo es oscuridad.

Y querremos cobijarnos bajo su manto, como el niño se acurruca en el regazo de su madre, y nos sabremos seguros junto a ella, pues cerca de la Madre desaparecen los miedos. Hoy más que nunca necesitamos sentirnos cerca de la Virgen de los Dolores.

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