Hoy las lecturas nos
pueden parecer duras, con poco margen a la esperanza. Nos podría parecer que
nos habla de un Dios castigador, que sólo enfatiza nuestros pecados.
Como si Dios estuviera
más propicio a la venganza que a la misericordia.
Y en estos momentos nos
haría sentirnos las víctimas inocentes de un castigo celestial.
Pero sabemos que no es
ese el rostro de Dios, de ese Dios que puso a su hijo como Salvador y redentor
de la humanidad a costa de la entrega de su propia vida.
Quizás nos hemos formado
una imagen de Dios por lo que conocemos de los hombres, con todas nuestras
miserias elevadas a la categoría suprema, con todos nuestros defectos en grado
sumo.
Y no nos hemos dedo
cuenta que es al revés, que a Dios lo conocemos no por como deducimos que es mirando
al hombre, sino que conocemos lo que es el hombre cuando miramos a Dios.
"Si queremos ver el rostro de Dios, miremos el rostro bondadoso de Jesús"
Cristo es el rostro
visible de Dios y, a la vez, modelo perfecto de humanidad. Si queremos saber
cómo es Dios, miremos cómo es el Hijo encarnado, si queremos ver el rostro de
Dios, miremos el rostro bondadoso de Jesús, si queremos escuchar la voz de
Dios, escuchemos a su Palabra que habitó entre nosotros.
Y si queremos saber lo
que es el hombre, miremos a Dios, porque Dios vive dentro de nosotros.
Y una vez descubierto su
rostro verdadero y escuchada su Palabra, trasformemos nuestro corazón según el
corazón de Cristo y seamos para el mundo el rostro de la misericordia, el
rostro del amor, el rostro de la paz. Y nuestras vidas y nuestra voz serán,
para el mundo, signo y cauce del amor sin medida de Dios y eco de su palabra en
el mundo.
Que María sea maestra y
consuelo, la Estrella de la Mañana, la Madre de los Dolores, el Rocío del Cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario