Feliz Pascua
a todos, queridos feligreses.
Cuando Jesús
Resucitado sale al encuentro de las mujeres en el domingo de Pascua les dice: Id
a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea. Allí me verán.
Hoy la
Palabra se dirige a nosotros y nos repite: decidle al mundo entero, mis cristianos
de Valencina de la Concepción, anunciadles que Cristo ha Resucitado y si
quieren encontrarse con Él, si quieren verlo, decidles que vayan a su
particular Galilea, que lo busquen en lo cotidiano de la vida, que lo descubran
vivo y presente a su alrededor.
Y lo verán
en el esfuerzo denodado de los sanitarios que arriesgan su seguridad por salvar
la vida de alguien a quien quizás nunca conocieron, lo verán en todos los que
han seguido exponiéndose a los contagios para poder realizar los servicios
indispensables para nuestra subsistencia, lo verán en las fuerzas de seguridad
que, por encima de su obligación, hacen todo lo posible por hacernos estos días
más fáciles, lo veréis en el ejemplo de los niños encerrados, en la soledad del
anciano que teme más contagiar a sus familiares que en su propia salud, lo
descubriréis en los rostros de aquellos que aportan lo que saben y lo que
tienen para la felicidad de los demás, en las religiosas que han cambiado la
fabricación de dulces por el taller de mascarillas, en los estudiantes que se
han convertido en fabricantes de pantallas, en la generosidad del casero que
perdona el alquiler al inquilino en paro, en los voluntarios que siguen
manteniendo estructuras como nuestra cáritas indispensables para poder seguir
luchando por la dignidad de muchos últimos, en las palabras de ánimo y las
oraciones vertidas en redes sociales, en el que pone lo que sabe al servicio
del prójimo, en el confinamiento de una sociedad que ha optado por el encierro
pensando en el bien común.
Buscadlo y
lo encontrareis en el sacerdote que renuncia a un respirador para que pueda
salvarse un padre de familia, en el matrimonio anciano que piden poder morir
cogidos de la mano, en las lágrimas de dolor de una enfermera, en el llanto
desconsolado de un médico, en el militar insultado y contagiado por defender a
la sociedad, ene tantos y tantos ejemplos de entrega total que esta pandemia
nos ha dejado.
Buscadlo y
descubriréis el rostro del resucitado en el de tantas personas anónimas que en
todo momento entregan su vida por el prójimo.
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