Oración, canto y Eucaristía para afirmar una identidad que es fe y compromiso
Un año más, Valencina de la Concepción ha vivido con hondura y sencillez los actos en honor a la Inmaculada Concepción, raíz espiritual y nombre propio de nuestro pueblo. La celebración se desarrolló en dos momentos profundamente significativos: el rezo y canto ante el monumento a la Inmaculada en la medianoche del 8 de diciembre, y la Santa Misa solemne celebrada a las 12 del mediodía en la plaza, con la participación del pueblo fiel y la presencia de las autoridades.
A medianoche: oración que renueva un voto
Cuando el reloj marcó las 00:00 horas, el pueblo se congregó ante el monumento a la Inmaculada para renovar el voto concepcionista que define a Valencina. En un ambiente de recogimiento y belleza —con el monumento exornado y la plaza iluminada—, la oración y el canto elevaron una misma súplica: poner de nuevo nuestra vida, nuestras familias y nuestro pueblo bajo la protección de María Inmaculada. No fue solo un gesto tradicional, sino un acto consciente de fe compartida, transmitida de generación en generación.
Al mediodía: la Eucaristía en la plaza
La Misa solemne reunió a niños, jóvenes, adultos y mayores en torno al altar, haciendo visible una comunidad viva. Los niños, con la naturalidad de la fe aprendida en casa y en la parroquia, entonaron el “Ave María Purísima”, recordándonos que la devoción mariana se siembra desde la infancia y se cuida con el ejemplo.

En la homilía, el sacerdote explicó de forma sencilla el dogma de la Inmaculada Concepción: María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su existencia, no por sus méritos, sino por la gracia de Dios en previsión de Jesucristo. Una verdad de fe que no aleja, sino que acerca: María es plenamente humana y plenamente abierta a Dios.
Para los niños, el mensaje fue claro y cercano: María dice “sí” a Dios con alegría y confianza. Para los adultos, la reflexión se abrió a una llamada más profunda: María como modelo para los cristianos, como modelo para Valencina y como modelo para España: mujeres y hombres fieles a Dios, que construyen una sociedad fiel a los mandatos del amor, la justicia y la verdad.
Valencina, “de la Concepción”
La homilía recordó también la razón por la que nuestro pueblo lleva con orgullo el nombre “de la Concepción”. No es solo una referencia histórica, sino una identidad espiritual que compromete. Ser Valencina de la Concepción implica vivir desde la fe, cuidar la vida comunitaria, educar en valores y mantener viva una tradición que no se reduce a lo externo, sino que transforma el corazón.
Una fe que se celebra y se vive
La celebración del Día de la Inmaculada no es únicamente memoria del pasado. Es presente y futuro. Es catequesis viva para los niños, llamada a la coherencia para los adultos y testimonio público de una fe que se celebra en la plaza y se vive en lo cotidiano.
Que la Inmaculada Concepción, patrona de España y nombre de nuestro pueblo, siga guiando a Valencina por caminos de fidelidad a Dios, de fraternidad entre sus vecinos y de esperanza compartida.
¡Ave María Purísima!


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