Antonio Machado en su poema La Saeta distinguía entre el Jesús del madero y el que anduvo en la mar, es decir, rechazaba al Cristo real pues prescindía de una parte esencial de Jesús. Al igual que entonces, muchos han intentado reducir a Cristo a una u otra dimensión, eligiendo sólo aquellos aspectos del Señor que más se adecuaba a ellos. Y a Cristo, o se le acepta por completo, o no es Cristo.
Análogamente, muchos han intentado acercarse a la Iglesia despreciando alguno de sus aspectos o reduciéndola a sólo una faceta.
Son muchos los que quieren ver solo lo social, otros, sólo lo doctrinal; unos rechazan su dimensión comunitaria, otros rechazan la responsabilidad personal; unos sólo su religiosidad popular, otros sólo los nuevos movimientos.
Y así, vamos intentando entrar en la Iglesia por recovecos y atajos, y no por la puerta, que es Cristo, el del Madero que anduvo en la mar, a la vez Redentor y Mesías, Altar y Victima, Pastor y Cordero, Dios y Hombre.
Y todo aquel que busca una puerta distinta, no es pastor, sino ladrón, porque está robando a la Iglesia, la está despojando de una cualidad que la hace ser la Iglesia verdadera de Cristo. Y algunos vendrán desde fuera y otros habrán sabido colarse en el redil; y todos esos usurpadores intentarán guiarnos hacia unas praderas resecas donde nuestras fuerzas nunca serán reparadas, conducirnos hacia los pozos de la discordia y la división; serán los que en cañadas oscuras quedarán rezagados, los que usan la vara y el cayado para someter y dominar, los que solo se acercan al rebaño para sacar su provecho, a los que sólo les importan las ovejas en la medida en la que puedan sacar un beneficio o conseguir notoriedad, los que cuando el rebaño deja de ser rentable lo abandonan a su suerte.
Pero la Iglesia, el rebaño de Cristo, sabe bien quien es su Pastor, porque sólo quien entra por Cristo y acepta a Cristo tal cual es podrá reconocer cual es la voz de su Pastor sin dejarse llevar por los silbos de aquellos que intentan robar la parte de la Iglesia que les incomoda.
Nosotros seguimos a Cristo pues por Cristo hemos entrado en la Iglesia, aquel que siendo Pastor se hizo Cordero, el que nos guía y acompaña a verdes praderas donde recostarnos, el que nos conduce hacia fuentes tranquilas, el que en las oscuridades se hace nuestra luz y camina con nosotros, delante nuestra para guiarnos, el que sólo usa la vara y el cayado de la Misericordia y el Amor absoluto, el que nos ungió con el Espíritu Santo, el que nos prepara una Mesa en la que Él mismo es el Banquete y nos da la Copa que rebosa, que se derrama por nosotros y por muchos para el perdón de los pecados.
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