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23 de marzo de 2020

Reflexión Lunes 23 de marzo #Cuaresma #YoRezoEnCasa


Las Lecturas de hoy tienen un marcado tono esperanzador.



En la primera lectura, el profeta Isaías nos señala el horizonte escatológico que fundamenta la esperanza cristiana, un nuevo cielo y una nueva tierra. Una Jerusalén donde ya no se oirá llanto ni gemido, donde, de las cosas pasadas no habrá recuerdo.

La importancia de tantas pequeñas cosas que pasaban desapercibidas y ahora descubrimos que eran esenciales.

En el Evangelio, Jesús cura por la fe de su padre al hijo de un funcionario real.
Pero en los momentos en los que estamos viviendo cobran ambas lecturas un significado especial, una especial llamada a la Esperanza, a poner la mirada en el futuro y saber que Dios está de nuestro lado, que llegará el día, en que ya no se oirá en nuestro mundo llanto ni gemido por la impotencia ante esta pandemia, ni el silencio de calles vacías; llegará el día en el que todo habrá pasado y todos jóvenes y adultos, ricos y pobres, creyentes y no creyentes, saldremos reforzados por la experiencia de Cruz que esta Cuaresma nos ha traído; que pronto llegará la Pascua en una sociedad que está aprendiendo a valorar lo que es verdaderamente importante en la vida, donde extrañamos más un abrazo o la compañía cercana de los tuyos que todas las vanidades de nuestra sociedad, donde valoramos la importancia de poder celebrar unidos nuestra Fe, donde echamos de menos la posibilidad de manifestarla públicamente. La importancia de tantas pequeñas cosas que pasaban desapercibidas y ahora descubrimos que eran esenciales.


Ya ha empezado el Señor a sanarnos, haciendo brotar del corazón herido de la humanidad lo mejor de nosotros mismos.

Agarrémonos con fuerza a nuestra Fe. Ahora más que nunca debemos estar convencidos que, cuando la voluntad de Dios y la fe y el esfuerzo de los hombres se unen somos capaces de grandes prodigios, somos capaces de curar este mundo roto.
Invoquemos al Señor, porque, aunque en este atardecer nos visite el llanto, pronto llegará la mañana jubilosa.

Entonces podremos repetir con el salmista: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

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